domingo, 6 de febrero de 2011

Un Día Cualquiera

Una brisa helada movió sus cabellos hacia atrás, y las gruesas lágrimas que bajaban por su cara se precipitaron por su cuello y cayeron hasta el suelo. Sentada, silenciosa. Su piel marmórea contrastaba con su expresión dulce y suave. Movía alternadamente sus pies; atrás y adelante, y todo lo que rodeaba este eterno vaivén era verde y luminoso. La brisa seguía corriendo y despeinándola y ahora ella lloraba amargamente.

Miró fijamente su imagen en el espejo. No le interesaba su aspecto físico; estaba como hipnotizada, buscando más allá… buscando su interior. Pretendía encontrarse con ella misma, ver en la profundidad de sus ojos.
- Ya está,- dijo en voz alta, luego de unos minutos- no veo nada porque no hay nada más allá. Ya está, dejémoslo así-.
Bajó rápidamente las escaleras y se despidió de sus padres con un beso. Cerró la puerta con un portazo. “Maldito viento, pensarán que me he enojado”. Corrió hacia la calle. “Parece que lloverá…” subió al auto y se alejó  de su casa.

No podía dejar de llorar. Sabía que todo iba a terminar en ese momento y no había nada que hacer al respecto. Odiaba al culpable, sufría por éste, que no era sino su propio destino, ahí sobre ella, como una nube, una sombra negra. Las lágrimas corrían.

Su casa ya era un punto lejano cuando notó que llovía fuertemente y el auto se resbalaba de vez en cuando. La música era estridente y las risas al interior del vehículo lograron ponerla  nerviosa. ”Esto no está bien, vamos muy rápido”.

Pasó su delicada mano por sus mejillas y su cuello. “Debo calmarme, dejar de llorar”. La brisa se detuvo de repente. El sol, ahora en lo alto, no sólo brillaba sino que dejaba sentir su calor. Pero ella, vestida de blanco, sentía una especie de frescor proveniente de su interior.

-Qué frío hace, Dios mío ¡Qué fuerte llueve! Pero qué más da, querido, no la habríamos convencido jamás de quedarse. Es una adolescente y eso es lo que hacen; salir y pasarlo bien. Es nuestra hija, sabe cuidarse-.
-Amor, ¿puedes prender la chimenea? Veamos una película y esperemos a que regrese. Tengo el presentimiento de que algo malo ocurrirá-. “Quizás hoy no era un buen día para salir de casa”.

“Quizás hoy no era un buen día para salir de casa”.
 -¿Una carrera? Claro-. -Y el ganador, invita la comida de la próxima salida, ¿De acuerdo?-. –Genial-.
-No, Andrés te lo pido, maldición sabía que hoy no era un buen día para salir de casa. Es peligroso ¿no te das cuenta?-.
La lluvia golpeaba las ventanas con fuerza. “Mis padres me matarán si se enteran de esto. Bueno, si  es que no nos matamos antes”. -¡Espera! Detén el auto, me bajaré aquí-. Abrió la puerta enojada y se apeó rápidamente, -¡Vamos, no puedes hacer eso! Te estás empapando-. “Sí, sí puedo y es justamente lo que estoy haciendo”.
El auto se alejó velozmente. “Con amigos como estos, quién necesita enemigos”. Se acercó al teléfono público más cercano, aprovechando de cobijarse,  y llamó a sus padres.

Y ese frescor le hacía sentirse renovada, pero la nostalgia era mayor y lágrimas silenciosas seguían recorriendo su cuerpo.
Fijó la mirada en las flores que se desperezaban y se abrían lentamente a sus pies. De todos los colores, resplandecían con el rocío que aún duraba de la madrugada formando pequeños arcoíris, y mágicamente el sol no derretía esas pequeñas gotitas de agua que reposaban sobre los pétalos.

-Aló, ¿quién es?- y tapando el micrófono del auricular, susurró a su marido -Creo que es Adriana, anda ponte zapatos y enciende el auto por si hay que salir-.
-Mamá soy yo, Adriana. Tengo un problema, después te cuento. Puedes venir a buscarme… ¿por favor? Estoy en la avenida Azalea, a la altura del supermercado de siempre-.
-Vamos en camino amor-. Y cortó la señal del teléfono. Tomó su cartera a toda velocidad y corrió al auto que ya estaba encendido con su marido al interior esperando alguna orden.

Salió de la cabina telefónica y comenzó a caminar para ubicarse justo frente a aquel supermercado de siempre. Estaba todo muy oscuro, “seguramente hubo cortocircuitos con la fuerza de la lluvia y los cables se han quemado, ojalá no comience un incendio o algo parecido”. Se arropó lo mejor que pudo en su chaqueta, menos mal había salido con un abrigo impermeable, y miró a ambos lados para cruzar. Observó su reloj;  ya eran cerca de la 1 de la madrugada. Realmente salir ese día había sido una locura pero esas locuras hacen que la vida valga la pena,  “o eso creo”… al menos ya sabía cómo eran sus amigos.

Nuevamente tuvo que limpiar las lágrimas de su cara y en ese instante vio algo diferente: a través de sus dedos vio a sus padres. Sonrió y corrió hacia ellos. Se lanzó sobre su padre y lo abrazó con todas sus fuerzas. Él sin embargo se mantuvo indiferente; ni siquiera se volteó.

Una luz se acercaba por detrás. Adriana se detuvo y giró su cabeza lentamente para no encandilarse. “Ese no es el auto de mis padres…” – ¡Adriana sube! No te íbamos a abandonar, vamos apúrate-.
-No iré con ustedes, han bebido alcohol; todos, tú también Andrés- respondió ella enojada.
- Bueno en ese caso, suerte con la lluvia- le respondió éste desde el interior del auto y se alejó en la penumbra de la noche salpicando hacia ambos lados el agua de la calle.
Adriana dio un paso adelante y por un desequilibrio, una tontera, cayó fuertemente en cosa de segundos y su cabeza se azotó contra el suelo resbaladizo y quedó allí; tendida en la vereda como si estuviese durmiendo. Un pequeño hilo rojo comenzó a dibujarse en el piso, hasta que se transformó en un manto opaco.
Una luz como de faro recorrió la calle. – Mi amor, no la veo. Esto no está bien, llamemos a la policía-dijo la madre con un tono de voz que dejaba ver una enorme preocupación.

-Andrés, deberíamos volver por Adriana, quizás alguno de nosotros debería bajarse y llevarla a casa… este sector es peligroso de noche-.
-Está bien, está bien, volvamos-. Puso reversa y aceleró, doblo hacia la izquierda, primera, segunda, tercera y luego cuarta y con las luces altas encendidas.
-¡Cuidado!-. Un grito sordo llenó el vehículo y Andrés viró rápidamente el manubrio hacia la derecha. El automóvil se montó sobre la acera un luego de un doble salto, “quizás un perro, pobre”, y el motor se apagó.

-¡Cuidado! ¡Oh, por Dios!-. Un chillido agudo logró que su marido doblara raudamente hacia la derecha.- ¿Qué fue eso?-. Ambos descendieron del carro y se acercaron hacia el otro auto. A medida que avanzaban hacia él notaron que detrás de la rueda  delantera había algo en el suelo. Un bulto quieto, que reposaba tranquilamente.

Finalmente Adriana comenzó a darse cuenta el porqué de sus lágrimas. Era nostalgia. Melancolía sobre todo lo que pudo haber sido; ella, su vida, sus planes. Tan fugaz… de un momento a otro ya no podía seguir disfrutando del mundo. Siguió abrazando a su padre, lo rodeó por el cuello y se puso delante de él y vio que estaba llorando.
Un bulto en el suelo, eso era lo que sus padres miraban con caras mortificadas… y sus amigos, ellos también estaban ahí. Observaban con cara de horror. Si al final lo que la había matado no había sido el auto si no una torpeza suya. Si al final nadie había elegido eso. Alguien lo había dispuesto así.
Volvió atrás y se sentó tranquila en donde había estado toda la mañana, con el sol en lo alto acariciándola. 

5 comentarios:

  1. Buena propuesta. Me gusta la apuesta de los tiempos. Sorprende la forma en que se concluye, y además, posterior a su lectura, uno puede hacer predicciones de los posibles diálogos de los participantes del relato. Te felicito por el cuento.
    Polillatitania

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  2. Muchas gracias por el comentario! Escribir cuentos así produce ciertas inseguridades.

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  3. Que está bien escrito, está bien escrito.....pero prefiero temas acerca de la felicidad, de la belleza, de la ilusión, de los deseos, de resciliencia, de superación, de los azares de la vida.
    Tanto en literatura como en cine, prefiero quedar feliz que triste.

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  4. Me gustó.
    Te felicito por explorar otras formas narrativas, sobre todo en cuanto al tiempo, da gusto leer algo atípico y que te exija atención.
    El final me dejó un sentimiento super extraño, al haber una variación de tiempo como que no sabía qué "escena" mirar, que tiempo seguir. No desorienta, sino que brinda más posibilidades a la imaginación. Entretiene.
    Parecería una historia fantástica y siniestra si no fuera porque cosas así ocurren en la realidad.
    Me intriga saber de dónde vino la idea del cuento.

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  5. !!!!!!!!!

    Realmente me metí en el cuento, se me hizo nada leerlo y hubiese querido que fuera más largo!! Pero al parecer no fue necesario, porque me dejó una sensación muy buena mientras lo leía y después al terminarlo.. me sentía como un personaje testigo o algo por el estilo jajaja me metí muchísimo con cada palabra y cada momento del cuento y la forma en que escribiste.. la manera de detallar y todo.

    Nada más que decir.. Te felicito por este cuento me gustó muchooo muchoo!!!

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