lunes, 2 de enero de 2012

Amor.

Todo ser humano es un servidor de Dios; por eso no debiera atreverse a pertenecer a nadie en el amor a no ser que en el mismo amor pertenezca a Dios, y no debiera atreverse a poseer a nadie en el amor a no ser que él y la otra persona pertenezcan a Dios en el mismo amor; un ser humano no debe atreverse a pertenecer a otro como si el otro lo fuera todo para él; y un ser humano no debiera atreverse a permitirle a otro que le perteneciese a él de un modo en que él lo sea todo para la otra persona.

                                                            Soren Kierkegaard, Works of love

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