miércoles, 4 de enero de 2017

En 100 palabras

Cómo robar una sonrisa


Igual que todas las mañanas, tuve que ir al Ministerio a hacer trámites. Trámites, a eso se reduce cada día; pero ese fue especial. Caminando hacia el metro un guardia me sonrió y al bajar de él, un señor del aseo me sonrió. Avanzando hacia el edificio, el carabinero de la esquina de siempre me sonrió y luego, al cruzar la calle, un peatón desconocido me sonrió. Entré al Ministerio, caminé hacia el funcionario del escritorio de en medio, que ya me conocía. Me sonrió y me regaló una flor de origami, hecha con papel de fotocopias viejas. Entonces, yo sonreí.